El golf es un deporte donde el movimiento, el ‘swing’ lo supone todo. Un movimiento sincronizado de manos brazos y cuerpo, que genera una velocidad en la cabeza del palo que hace que al impactar a gran velocidad (entre 70 y 100 km/hora) sobre la bola, ésta salga hacia el objetivo. No es fácil. Muchos son los músculos que deben ponerse en movimiento y, a pesar de que la bola esté parada, la dificultad reside en que la zona de impacto es muy pequeña.

Por ello no es fácil ser autodidacta en este deporte.

Es necesario contar con la guía de un profesional, de un profesor, de un maestro de golf, que indique cuáles son los pasos a seguir. De ahí la importancia de tener un primer contacto (y los siguientes) a través de una Escuela de Golf.

Cada campo español ya cuenta en su inmensa mayoría con estos espacios de trabajo donde, y dependiendo del nivel de cada uno, adentrarse en el mundo del golf o mejorar los conocimientos ya aprendido. Y por supuesto, no hay que ser socio (así sucede en la inmensa mayoría), ni tener ninguna vinculación concreta con el campo para poder acceder a la información, a la escuela; en definitiva, al aprendizaje del golf.

Atrás quedaron los recintos cerrados. Los clubes donde jugar o practicar este deporte solo lo hacían unos pocos y atrás quedo también la idea de deporte elitista y caro, que nada tiene que ver ya con la realidad. Jugar al golf es tan caro como esquiar, montar a caballo o en bicicleta. Porque en realidad todo depende del dinero que uno esté dispuesto a gastar en el material a utilizar. La formación, las clases que uno debe tomar, tienen desde hace años precios muy asequibles, que no dificultan en absoluto su práctica y las escuelas favorecen que en el caso de los niños, incluso sean muy económicas.

No dude en preguntar en la escuela de golf más cercana. El primer tabú que se de debe romper es el que mantiene uno mismo. El que sostiene que no va a poder costearlo o que este deporte no es para él porque es de ‘gente pija’.